viernes, 28 de agosto de 2009

Cotopaxi, logrando la anhelada cumbre

Por fin llego el día en que recoger las mochilas, preparar los ánimos y convencer al cuerpo se hizo necesario. Nuestra ascención hacia la cumbre del Cotopaxi a 5897 msnm tomó forma el miércoles 19, con 3 semanas en Quito y más ganas que nunca de continuar salimos hacia el parque nacional para preparar la subida.





En Paja Blanca (Lugar que nos sirvió de hostería anteriormente) nos detuvimos para cambiarnos y dejar el equipaje para subir.









Ansiosos observamos en la pickup el camino hacia el parqueadero a 4600 msnm.



En este punto se quedan las mochilas, la pickup y esperemos que cualquier enfermedad, malos ánimos o molestias. (Parqueadero 4600msnm).



La subida hacia el refugio no es larga. El paisaje es árido y el frío ya comienza a sentirse.



Una vez en el refugio ha comenzado a nevar, luego se iría intensificando (Gustavo comienza a conocer la nieve)







Completamente de madera, el refugio José Ribas (4800 msnm) da un espacio para descansar y arreglar los equipos.

A las 17:30 es servida la cena. Recojer los bolsos, sacar los sleeping bags y contar algunos chistes preceden a la última dormida antes de subir.

Chiste del guía:
-Había una vez una familia tan pero tan pero tan pobre, que el único que comía gallina era el gallo.


A las 23:00 nos despertamos, desayunamos y partimos hacia la cumbre, a las 24:30 estábamos saliendo del refugio.








Luego de una hora y media de subida hemos llegado al glaciar, aquí se realiza la cordada y ya no hay vuelta atrás para los integrates de este equipo. Los ánimos están alegres, los dos excursionistas se sienten física y mentalmente bien, el trayecto continúa.







Tres horas y media más, 5:30h en total. Luego de atravesar grietas, bloques de hielo y mucho caminar, la dupla ha conseguido la cumbre de el volcán. La alegría es indescriptible, el cuerpo todavía funciona a plenitud y el sentimiento es de realización.

Desgraciadamente la poca visibilidad por la neblina y la oscuridad no nos permitió tomar imágenes del cráter.

Comienza el descenso y recibimos el saludo del amanecer que revelaba la misteriosa y blanca geografía de este hermoso glaciar.









Hay que tomar previsiones, armar seguros en la nieve y bajar de manera vertical en algunos puntos de la montaña.











Los paisajes son increíbles, ya el sol ha revelado en su totalidad lo que la noche nos escondía mientras subíamos.



Ya abajo volteamos a ver una vez más aquella cima blanca que logramos coronar tan sólo unas horas atras.



Felices y exhaustos tomamos un bus en la Panamericana (El guía nos dejó en la autopista en las afueras del parque), nuestras miras se dirijen hacia Baños, un pueblo lleno de cascadas, aguas termales y un prometedor descanso.

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